domingo, 27 de marzo de 2011

REFLEXIÓN SOBRE LA NECESIDAD DE MOVIMIENTO

La historia contemporánea nos ha demostrado fehacientemente que el estado actual, de talante principalmente liberal-capitalista, es una telaraña de relaciones sociales y de poder en función del apuntalamiento permanente de los intereses del mercado. Como tal se estructura como un dispositivo de mando desde arriba, burocrático y profundamente desconfiado de la autodeterminación de los pueblos.
Podemos contemplar un ejemplo claro en el problema saharaui. La población del Sahara Occidental sufre constantes hostigamientos, persecuciones y violaciones de derechos humanos encabezados y dirigidos por Marruecos. Esta realidad surge porque el territorio no es solo un pedazo de desierto pedregoso, sino que en él se encuentran las minas de fosfatos más ricas del mundo, yacimientos de gas y nutridos caladeros de pesca. Por esto el gobierno alauí ha inyectado decenas de miles de colonos con la intención de acreditarlos como votantes y así inclinar la balanza a su favor en el posible y deseado referéndum saharaui.
Ejemplos similares pueden encontrarse en múltiples rincones del mundo, motivados todos ellos por las bases “aceptadas” de un sistema movido por el mercado y que promueve el adormecimiento social.
El principio del cambio de este sistema y la consecución de beneficios para todos empieza por la concienciación social.
Lograr la concienciación de cualquier sociedad requiere muchos cambios, y por supuesto no debemos construir la casa por el tejado. Buscar una revolución sin que un pueblo tenga ideas ni principios claros y definidos es absurdo, por lo que es de vital importancia una educación desde la infancia.
Aquí nos encontramos con otra piedra en el camino, ya que la educación europea actual es clasista, politizada y excluyente.
En un sistema de valores natural, la educación es un proceso de aprendizaje y por tanto una pieza clave. Pero en el sistema de valores de nuestra sociedad la educación ha pasado a ser un simple mecanismo cuyo fin es el conformismo y el estancamiento.
En un altísimo porcentaje de la población se da la creencia de que la actuación y la participación, o el simple hecho de alzar la voz para denunciar lo que está mal, son en definitiva recursos inútiles. 
Si analizamos este punto de vista descubrimos que está influenciado por la vagancia, el pasotismo, la comodidad y un sin fin de actuaciones, razonamientos y pensamientos similares. Uno de los elementos que contribuye a este comportamiento es la pérdida de visión de futuro, ya que cuando observamos los problemas de los demás no alcanzamos a comprender que algún día pueden pasar a ser nuestros problemas porque el mundo no cesa de girar, o quizás ya sean nuestros problemas aunque no lo sepamos ver.
Estamos ante la oportunidad de dar un vuelco y generar un cambio real en el sistema educativo y con ello despertar los principios sumergidos pero presentes en la moralidad de aceptación impuesta.
Immanuel Kant decía: «El hombre no es más que lo que la educación hace de él», y por tanto fue capaz de ver que a partir de una semilla se pueden llegar a generar grandes cosas.
Por eso este puede ser el momento en que todos comencemos a buscar y reclamar cambios para los problemas; para nuestros problemas, para los problemas de los demás y para los problemas de todo el mundo, y así lograremos evitar que estos se transformen en enormes injusticias.

                                                                                Languedoc             
                                                                                               

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