lunes, 3 de enero de 2011

ABRE TU CORAZÓN...




Por favor, si este artículo llega a tus manos, dedícale unos minutos y abre tu corazón:
Nuestra generación ha vivido hasta el momento en unas circunstancias “buenas” o relativamente buenas para la mayoría de la población española en comparación con la de nuestros abuelos, incluso padres. Muchos de nosotros, ya sea de forma elegida o “forzada”, hemos podido conocer un poco las restricciones que los anteriores sistemas políticos han tenido sobre la ciudadanía española, influyendo en el aumento del choque generacional, y así será en lo sucesivo.
Tal vez a muchos de nosotros nos defraude o despreciemos el sistema actual, pero para las generaciones pasadas estos logros han sido la consecuencia de mucho esfuerzo y penurias a lo largo de muchos años. Es indiscutible afirmar que nuestra democracia quiebra en muchos  aspectos: por la ineficacia de las medidas o ayudas propuestas por el Estado para combatir ciertos problemas, por la igualdad enmascarada, por la falsa justicia (concepto que desconocemos y del cual deberíamos de volver a encontrar un significado), pues ¿cómo vamos a hablar de justicia ante casos como el del joven que quedó en coma tras una operación de cirugía estética y ante lo que el flamante estado de derecho español respondió con la desestimación de la denuncia por negligencia médica y el pago de los costes del juicio a cargo de los padres de este?. Provocando la pérdida de todos los bienes inmobiliarios de este matrimonio (los costes del juicio ascendieron a 400.000 euros), obligándoles a hacer de un toldo y unos hierros oxidados su nuevo hogar; y junto a ellos su hijo, que tras haber despertado del coma, se ha pasado los últimos 22 años de su vida en una cama de ruedas, sin entender como aquellos valores que le enseñaron en el pasado y tan suyos había hecho se volvían en su contra tras la diversidad funcional (cualquier tipo de discapacidad) que estas personas le habían generado y es más, que podrían seguir haciéndolo consciente o inconscientemente a otros. Y como este, por desgracia existen mil ejemplos más que podríamos poner sobre la justicia española. Esta situación  se ve agravada en tiempos de crisis con el recorte de presupuestos, que casualmente recae siempre sobre los mismos; un problema que me afecta muy de cerca, en situaciones tan habituales como  en un despido de trabajo, con los famosos E.R.E.S (Expediente Regulador de Empleo), donde la empresa cuenta con libertad para hacer y deshacer a su antojo; como en la información o regulación de organismos públicos como el INEM, creando cada poco leyes restrictivas o excluyentes de las que ni siquiera te informa el propio organismo y que hacen que pierdas una parte considerable del dinero que religiosamente te han descontado por el tiempo trabajado; y qué decir del famoso Plan Bolonia. Del que no existe prácticamente información sobre la metodología a seguir y que nuevamente nos trae el clasismo a las universidades; por no hablar de los cursos de educación no formal que imparten las escuelas de juventud de las diferentes Juntas o Diputaciones, que se reservan el derecho de comentar que no son convalidables fuera de ellas (de las diferentes CC.AA)…y así un sin fin de ejemplos que no expondré en este artículo para no hacerlo sumamente largo para el lector.
Por la cercanía de estos sucesos u otros, creo en la necesidad de un cambio, primero en nuestra sociedad y luego en nuestras  leyes. Si no entendemos la necesidad del cambio, nunca podremos desear que las cosas sean diferentes y nunca conseguiremos cambiar NADA. Nos adaptaremos a vivir de la manera en que otros quieren que vivamos temiendo que nuestra seguridad personal pueda verse afectada por factores externos a nosotros (que inevitablemente los habrá) y por supuesto, como característica de sociedades complejas, la intervención de los ciudadanos españoles para proponer métodos a través de los cuales pueda disminuir esta problemática es difícil, debido a las grandes limitaciones del Estado (aunque disfrutemos de esta “democracia” reconocida y de la que tan orgullosos nos sentimos), que utiliza estrategias bien planeadas para mantener dormida a la masa (ej. gripe A).
Hoy me gustaría, simplemente generar la duda o el pensamiento acerca de todo lo que está pasando, que no sólo nos afectará a nosotros, sino a las generaciones posteriores; y aunque no apoyo la política como se entiende en la actualidad, comprendo que  las decisiones de estos nos influyen a TODOS en nuestra vida diaria, es importante tomar conciencia de ello y empatizar con aquellos que viven  en circunstancias complicadas, porque la vida es movimiento, y el continuo cambio del que ya nos hablaba Heráclito puede llevar a que en otro momento de nuestras vidas, seamos nosotros quienes padezcamos esa situación. Sed autocríticos y comprobaréis cómo el cambio que buscamos y tan necesario es, tiene mil dimensiones diferentes de lucha a través de las cuales conseguiremos, tras un largo camino lleno de baches, acercarnos un poco más hacia el mundo que deseamos y no para el que nos han enseñado a ver bien. Pues si observáis, somos nosotros los primeros que excluimos a un determinado colectivo por el simple hecho de ser diferente, sin preocuparnos en conocer en profundidad su cultura, pensamiento o forma de vida. Somos nosotros quienes debemos comenzar a romper barreras y no compadecernos por las políticas de los estados. Somos nosotros quienes debemos luchar explotando los derechos que la constitución relata, como el de libertad de expresión con el que en otros momentos no contaron, sin olvidar que somos seres sociales y que es inevitable (diría más bien necesario en mi opinión) la estipulación de normas, eso sí, no excluyentes por pertenecer a un determinado nivel económico, a un determinado colectivo  denominado de “inserción social” y muchas  otras que desconoceré…
Os animo a un cambio. Los recursos son pocos y las formas de actuación escasas, pero con motivación e imaginación podremos comenzar a ver soluciones, fruto de un pensamiento común por la lucha y práctica de valores humanos universales, referentes a términos más generales que votar a un partido político u otro. Levantemos nuestras manos, alcemos nuestras voces y reclamemos nuestros derechos como ciudadanos españoles y ciudadanos del mundo. Hay una frase que  escribió Nietzsche en pleno cenit de sus ambiciones filosófico-mesiánicas, en el umbral mismo que separa la lucidez de la locura, y que yo suscribo completamente para resumir con ella este artículo: “Creo sinceramente que es posible poner orden en todo este absurdo europeo con una especie de gran carcajada histórica, sin que sea necesario hacer  correr una sola gota de sangre...”.        
                                                    FÉNIX

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